El cine produce un discurso: el discurso cinematográfico, fundado sobre el lenguaje de la imagen en movimiento que se concreta en una película y se convierte en objeto de otros discursos que lo explican, lo evalúan, analizan y critican.
Ya desde sus comienzos, pero especialmente desde el final de los años 1910 y 1920, se diferenció de las ideas de simple comercio al recibir la influencia de las vanguardias artísticas: el expresionismo alemán, el futurismo, el surrealismo, movimientos artísticos que impactaron en las maneras de hacer y producir discursos cinematográficos. Si en su origen el cine mudo se asemejó y diferenció del teatro, su desarrollo lo fue vinculando con la plástica y la música.
Siguiendo la línea trazada por Abraham, el cine, como medio de comunicación y como vehículo cultural, no es ajeno a lo que ocurre a su alrededor y, por ende, también se nutre del discurso del resto de los medios para confeccionar el suyo propio.
En definitiva, en el panorama mediático, el cine constituye un instrumento más para el reflejo, el análisis y la reflexión acerca de los temas y los acontecimientos destacados en la sociedad. Así pues, partiremos de estas consideraciones para ahondar en las repercusiones que tiene la agenda de los medios informativos en el discurso cinematográfico, lo cual nos va a permitir establecer los numerosos puntos de contaminación que existen, bidireccionalmente, entre el cine y la configuración de la actualidad.
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